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lunes, 21 de julio de 2014

Nunca juzgues a un niño como si fuera adulto.

Releyendo un libro que me gusta mucho, en busca de material para uno de mis cursos, cuyo autor es Dale Carnegie, me topé con este interesante y reflexivo texto que amablemente el autor tomó de W. Livingston Larned y lo compartió en su libro "Cómo ganar amigos e influir sobre las personas". 
La verdad a mí como madre me tocó e inmediatamente me encontré haciendo una retrospección mental sobre mi actitud hacia mi hijo de 3 años. 
Cuántas veces en momentos de estrés laboral no le prestamos la debida atención a nuestros hijos?
Cuántas veces los juzgamos o criticamos como si fueran adultos?
La verdad, lo menos que me han quedado ganas es de criticar ni juzgar, ni a usted ni a mí, pero lo que sí le pido es que el día de hoy se ponga la mano en el corazón y reflexione, y si usted sabiamente nunca ha cometido alguno de estos errores comparta el artículo y haga reflexionar a otros. Que bastante falta nos hace. 

Papá Olvida 
W. Livingston Larned 

Escucha hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y 
los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos 
minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me 
ahogaba. Culpable vine junto a tu cama. 

Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la 
escuela, por que apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé por que no te limpiaste 
los zapatos. Te grité por que dejaste caer algo al suelo. 

Durante el desayuno te regañé también, volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. 
Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te 
ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: 
¡Adiós papito! Y yo fruncí el entrecejo y te respondí: ¨¡Ten erguidos los hombros!¨ 

Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la 
calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a 
casa delante de mi. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más 
cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso. 

¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente con una 
mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, 
vacilaste en la puerta. ¨¿Qué quieres ahora?¨ te dije bruscamente. 
Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello 
y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu 
corazón y que ni aún el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves 
pasitos ruidosos por la escalera. 

Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entro en mi un 
terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mi la costumbre? La costumbre de encontrar 
defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te 
amara; era que yo esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. 

Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande 
como el sol que nace de las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de 
correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta 
tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. 

Es una pobre explicación; se que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás 
despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuado 
sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras 
impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: ¨No es más que un niño, un 
niño pequeñito¨ 

Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu 
camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza 
en su hombro. He pedido demasiado, demasiado.

domingo, 20 de julio de 2014

Deja Las Culpas y Empieza De Nuevo.




La vida es como una película que vemos y volvemos a ver, cuando se trata de revisar el pasado muchas veces nos enfrascamos en episodios no resueltos, y cuando comenzamos a evocar esas situaciones nos damos cuenta que inmediatamente aflora un sentimiento de culpa. Pero ¿cómo distinguimos la culpa de la responsabilidad? Empecemos por la más positiva, somos responsables de nuestros actos cuando estamos en capacidad de afrontar las consecuencias que estos nos acarrean, visto desde este punto ser responsables es muy positivo. Pero en cuanto a la culpa, es una emoción negativa que nos hace sentir mal y afecta el autoestima, y si para eliminar la culpa fuera imprescindible corregir el pasado no te quiero contar sobre la titánica labor.

Nos encontramos ante otro punto importantesentirte culpable en un principio pudo ser una conducta humana perfectamente plausible, porque hay quienes evaden responsabilidades culpando siempre a otros de sus equivocadas acciones. La culpa puede surgir un instante mientras dura la confusión pero permitirle que permanezca en el tiempo depende de ti y del análisis que hagas sobre la situación.

Y ahora toma unos minutos para responder estas preguntas, con sinceridad y a conciencia ¿Sentir culpa cambia tu pasado?, ¿Sentirte mal presenta algún beneficio para tu vida? ¿Realmente con el conocimiento que tenías en ese momento podías haber actuado de otra forma?...Citando una de las leyes espirituales que dice “Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido” te invito a dar los primeros pasos más importantes en el proceso de liberarte de la culpa, que es reconocerlo y aceptarlo. Sí, reconoce que lo que sucedió es lo único que podía haber sucedido, y acéptalo con la conciencia y madurez de entender que no lo podrás cambiar. Y aunque no lo puedes cambiar si sacas algún aprendizaje de ese episodio transformarás la culpa en una emoción más positiva.

La culpa te lleva a una calle ciega donde lo único que encuentras siempre es sufrimiento, entonces toma un giro antes de transitar una vez más por ese callejón sin salida y aprende de una vez la lección para la que te tocó vivir esa y muchas experiencias traumáticas o difíciles en tu vida. Una vez identificada la lección a aprender puedes emprender un camino victorioso de crecimiento y logro de metas. Recuerda que las victimas nunca alcanzan el éxito porque dejarían de serlo. Sal de esa burbuja que te atrapó durante años y te mantuvo preso, preso sin poder ver hacia adelante con la frente en alto, porque si lo piensas bien el único ser humano que nunca se ha equivocado es aquel que nunca intentó nada, errar es de humanos, rectificar de sabios y salir delante de triunfadores y cómo tú eres un triunfador (a) tienes un único camino a seguir, levantarte y empezar a cumplir esa lista de metas que dejaste por no creerte merecedor (a), recuerda que el fracaso es una etiqueta mental que inventamos los hombres para justificar los desenlaces inesperados, el fracaso no existe si aprendes la lección y la transformas en experiencia.

Y cómo la culpa ya no formará parte de ti, cerras ese ciclo perdonando y agradeciendo a todos los involucrados, perdonándote sobre todo a ti, amándote y sabiendo que eres perfecto (a) tal y como eres. Y buscando lápiz y papel para empezar a hacerte preguntas poderosas sobre las metas que tenías olvidadas y que hoy quieres reformularte.



  • Debes formular el objetivo, meta o proyecto en forma positiva. Ej. Quiero ser Rico, en lugar de No quiero ser pobre. O Soy delgada en lugar de no quiero ser gorda. Y así vas escribiendo paso a paso esas metas que deseas alcanzar.
  • Es muy importante que tus metas dependan sólo de ti, porque no es correcto plantear metas que dependan de un tercero, ya que de no lograrlas terminarás frustrado (a) y deprimido (a). O culpando a otros sobre la responsabilidad de tu vida.
  • Que la meta tenga un alcance adecuado, es decir, que sea posible y alcanzable para ti en espacio y tiempo.
  • Una pregunta poderosa que tienes que hacerte, es ¿qué obtendrás con alcanzar esa meta? Y te voy a dar un ejemplo. Si tu quisieras ser cantante, debes preguntarte ¿qué obtendré con eso? quizá la primera respuesta sea fama y dinero, pero si te vuelves a preguntar ¿qué obtendrás con la fama y el dinero? Seguramente responderás: elogios y admiración… debes seguir preguntando hasta llegar a ti, a tus emociones y a tu misión de vida (quizá alguien pudiera terminar de responder a este ejercicio con: obtendré reconocimiento y trascender por generaciones).
  • Pregúntate ¿Cómo te hace sentir eso? y verifica si sólo te hace sentir bienestar, o también te da angustia o temor, porque no todo lo que queremos estamos preparados para recibirlo, así que es importante validar tus emociones antes de seguir adelante.
  • Arma tu plan y/o estrategia para lograr tus metas. Preguntándote ¿Dónde, cuándo y con quién? Allí armaráel paso a paso.
  • Es imprescindible estar claro si esta meta afectará otros aspectos de tu vida, porque a veces no estamos dispuestos a pagar el precio por lograr nuestros sueños.
  • ¿Qué evita que obtengas esa meta ahora? Una vez lo detectes trabaja esforzadamente en ello.
  • Identifica ¿Qué recursos tienes y cuáles necesitas? Para obtener cada una de tus metas.

  • Se acerca el momento y es hora de tomar acción, Si permaneces esperando el momento ideal, nunca saldrás de donde estas; es preciso un poco de locura para dar el próximo paso Paulo Coelho. El momento de tomar acción es YA, siempre que busques excusas para alcanzar tus metas repítete PROCEDERÉ AHORA MISMO. Un paso a la vez y no te detengas. Constancia, paciencia y una gran motivación te llevarán a alcanzar todas tus metas y a concretar cada uno de tus sueños.

    Y la pregunta de reflexión, ¿Vale el esfuerzo? Asegúrate que aquello por lo que luchas es realmente importante, valioso y duradero para ti. La felicidad es el mayor deber que tenemos los seres humanos.


    Cristina Faneite Prieto.
    Twitter: @CristinaFaneit
    Instagram: @CristinaFaneite.
    Especialista en temas de crecimiento personal.
    Escritora, locutora, terapeuta y conferencista.