Sucede cuando perdemos una relación, un ser querido,
la libertad, la patria, etc. Toda pérdida conlleva una ganancia y el duelo es
el tránsito entre estas dos polaridades. Hay que identificarlo y aceptarlo sin llegar
a eliminar nunca el sentimiento de ausencia que una muerte puede desencadenar,
es fundamental monitorear los síntomas
que manifiesta nuestro cuerpo (gastritis, ansiedad, emociones negativas, etc.)
Un punto importante a tener en cuenta es diferenciar el
duelo patológico (o duelo complicado) del duelo como un proceso natural de
transformación, ya que el primero es una reacción más extrema que el proceso
normal de luto. Cuando una persona sufre de duelo patológico, está controlada
por un sentimiento poderoso y duradero de tristeza que no muestra señales de
terminar nunca. Esta forma extrema de duelo causa un sufrimiento doloroso a
largo plazo que puede tener un gran impacto en su vida. En estas ocasiones se
hace necesaria la intervención de un psicólogo o psiquiatra para evaluar y
tratar a esta persona.
Si lo enfocamos desde el punto de vista más duro y
permanente, estaríamos hablando del duelo mirando los ojos de la muerte, que no
es otra cosa que un escalón natural de nuestra propia existencia. Cuanto antes
lo aceptemos, es más probable que más rápido sobrellevemos la muerte de una mejor
manera, sin llegar a eliminar nunca el sentimiento de ausencia que una muerte
puede desencadenar. Y un mensaje real y alentador que sugiero mantener en la mente
es que la única muerte real es el olvido. Pero también es cierto que la muerte es un
misterio y eso hace más difícil el proceso del duelo, ya que nadie se ha
regresado para decir si hay vida después de la muerte o si el espíritu de
verdad se libera y se vive mejor en otro plano sin sufrimiento ni dolor, alguna
vez escuche decir que la muerte es una vieja historia que siempre resulta nueva
para alguien. Todo esto hace del duelo un proceso altamente impactante e
impredecible.
Si tuviera que definir o enumerar las etapas del duelo
en forma sencilla, lo haría de esta manera. Primero aclarando que son
secuenciales, pero no todos pasamos por todas las etapas, y el orden y la
duración de cada una también son alterables:
1. Shock emocional: es sin duda un cambio drástico. De tener a no tener, de ver a no ver
nunca más. El shock es una súbita e intensa perturbación del estado emocional
que te puede dejar una sensación de aturdimiento o atontamiento.
2. Negación: la negación incluye el que usted no reconoce que algo muy grave ha
ocurrido o que no logra experimentar completamente la totalidad del evento.
Usted se puede sentir temporalmente bloqueado o desconectado de la vida. Se
necesita tiempo para asumir la pérdida. Para algunas personas será más tiempo
que para otras, pero necesitamos darnos ese tiempo para hacernos a la idea de
la ausencia.
3. Depresión y tristeza: nos invade la tristeza, el sentimiento de soledad. El apoyo de los más
cercanos es completamente necesario en esta etapa, ya que a veces incluye
culpabilidad. El dolor es una emoción que surge como reflejo de una gran
tristeza. La persona siente que pierde algo o a alguien que ha sido un
referente en su vida y algo interno se “rompe”. Los patrones de sueño y de
alimentación también pueden estar alterados, desatando una variación en la
bioquímica del organismo que favorece los estados depresivos.
4. Catarsis: comunique sus experiencias en cualquier forma en la que usted se sienta
cómodo, tal como hablar con su familia o con amigos cercanos o llevar un
diario, escribir sirve para drenar y aflorar los sentimientos, es necesario
expresarlos, poder comentarlos con alguien, hablarlo. Necesitamos compartir
nuestra experiencia, es también un modo de demostrar lo que sentimos por la
persona fallecida.
Si no tiene familiares
cercanos, averigüe sobre grupos de ayuda local, estos pueden ser especialmente
útiles para personas con un sistema de apoyo personal limitado, pero tenga en
cuenta que su sistema de apoyo típico puede estar debilitado si aquellos que
están más cerca de usted también son partícipes del duelo.
Trate de encontrar grupos
conducidos por profesionales con experiencia y entrenados apropiadamente. Los
grupos de discusión pueden ayudar a la gente a darse cuenta que otros
individuos en las mismas circunstancias tienen a menudo reacciones y emociones
similares.
5. Vacío: el
Vacío como condición humana es el sentimiento generalizado de apatía,
aburrimiento y alienación social, acompañado frecuentemente de melancolía, depresión,
desesperanza, sentimiento agudo de soledad o desórdenes emocionales
relacionados.
El sentimiento de vacío forma
también parte del proceso natural del duelo, como resultado de la desaparición
de un ser querido o algún cambio significativo.
6. Decisión: permítase vivir el duelo de las pérdidas que usted ha experimentado.
Trate de ser paciente con los cambios de sus estados emocionales. Pida ayuda a
la gente que se preocupa por usted y quienes lo van a escuchar y a empatizar
con su situación. Decida retomar las riendas de su vida.
7. Aceptación: la vida no cesa porque se muera un ser querido. Es más, es muy
probable, que a pesar de nuestro dolor intenso, de nuestras ganas de no vivir,
habrá personas a nuestro alrededor que nos quieran “vivos” y que nos necesitan
a su lado. Esta puede ser una buena razón para arrancar y seguir adelante. Hemos
llegado al final del camino. Llevamos un tiempo sin la persona, han surgido
nuevos planes, proyectos, actividades, etc. Le recordamos con añoranza, pero ya
miramos la vida de otra forma.
El duelo es vital, es un proceso que nos transforma y
nos hace crecer, en cierta forma nos hace más fuertes. No valoráramos la salud
si no conociéramos la enfermedad. Lo mismo pasa con el duelo, a partir de él
cambiamos y vemos la vida desde otra perspectiva. Sucede de una forma muy dura,
sin lugar a dudas. Pero ¿en dónde crecemos más en las tristezas o en las
alegrías?, en las tristezas sin duda alguna, de las lecciones más duras sacamos
los mejores aprendizajes, crecemos y evolucionamos.
La
invitación es a recordar a la persona. No hay que olvidarla, fue parte de
nuestra vida, y deberá seguir siéndolo en nuestros recuerdos. Olvidar no
facilita el seguir adelante, hay que recordar para asumir que se ha ido y que
se debe seguir avanzando. Los ritos funerarios son consustanciales al
trabajo de duelo siendo una de las condiciones de su posibilidad, regulan la
angustia aportando una inscripción simbólica de la pérdida. Es otra forma de
reconocer socialmente la muerte del ser querido, los demás te apoyan y
comparten tu dolor. Son ritos necesarios desde el punto de vista del hombre
como ser social. Cada uno expresará el dolor de una manera, pasará de unas
fases a otras en distintos momentos, tenemos distintos caracteres, vínculos con
el difunto, etc. Hay lugar para todos y el respeto siempre es la mejor opción.
Tenemos que tener bien presente que el tiempo es necesario para
recuperarnos y que hay distintas formas de manifestar el dolor por la pérdida.
Teniendo en cuenta estas dos cuestiones básicas, las demás claves surgen por sí
mismas.
Mi última invitación en este artículo es a conectarte
con las cosas maravillosas que te dejó esa persona, a nunca juzgarte por lo que
hiciste o dejaste de hacer junto a ella o el, eran cosas que debían suceder,
experiencias que tenían que vivir juntos, convérsale… él o ella sabrán
escucharte y protegerte desde el lugar en el que se encuentre.
Deseo haya sido de gran ayuda para ti y puedas superar
el duelo de la mejor manera, muchas gracias por tu atención y no olvides
seguirme en Twitter: @CristinaFaneit para que te mantengas al tanto de los
eventos que ofrezco y la información que comparto.